Cuando Le Corbusier hizo la capilla de Ronchamp parecía que ahí terminaba todo. Parecía que la libertad total en la forma era la única y gran ventaja del hormigón. Esto hizo posible los edificios gubernamentales de Brasilia o las cubiertas de los edificios de Félix Candela. Pero superado esto, parece que el hormigón ofrece cientos de posibilidades que hasta ahora poseían en exclusiva otros materiales: en el hormigón se pueden imprimir dibujos, puede ser translúcido y quién sabe si algún día transparente, o blando y peludo como un peluche , o elástico como un plástico...
Comparado con todo esto, el hecho de que lo podamos moldear a nuestra voluntad es tan sólo otra de sus increíbles posibilidades.
L'Oceanogràfic, Valencia
(Félix Candela, 2002)
(encofrado textil)
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